J1 – ME Group vs CT Ingenieros

Victoria sudada y sufrida del conjunto negro, que exprimió al máximo dos errores rivales, con goles de Javier y Alberto Molina, y se enrocó después. Los verdiblancos se estrellaron contra su infortunio.

El extremo pragmatismo de CT Ingenieros hizo patinar a ME Group en su primer paso en el Torneo Clausura. Siendo dominado durante gran parte del partido, exprimió al máximo las dos únicas concesiones de su rival, y al abrigo de una rocosa defensa y la poca puntería de su rival, se llevó sus tres primeros puntos en ejercicio de aguante estoico. Extremadamente medido su plan, marcó territorio con un par de avanzadillas el conjunto visitante y en una de ellas se encontró con el gol casi de forma fortuita. Un mal saque del portero rival le brindó a Javier Molina un caramelo en la frontal del área. Lo peló con un disparo potente y dirigido a la red, para llevarse a la boca el primero.

Entró helado al partido ME Group y lo pagó caro. Los errores no forzados, más en estos partidos tan medidos al milímetro, suelen ser decisivos. Y así sucedió. Los verdiblancos crecieron, espoleados por el gol, aunque les costaba encontrar fisuras en la hermeticidad rival. Siempre que podía, CT Ingenieros enmarañaba el juego. Encontró camino con una jugada tan veloz como simple. Enrique Pérez la bajó de espaldas para que Eduardo Fernández la reventara con éxito desde la frontal. El gol acabó por vitaminar a ME Group, que hacía sufrir con la circulación rápida y estuvo a punto de irse por encima en el marcador de no haberse adornado con un taconazo en la definición final, con un taconazo, Enrique Pérez.

Redobló la acometida tras el descanso, con mayor intensidad en cuanto a protagonismo y ambición, convirtiendo la segunda parte casi en un ejercicio de hostigamiento. Ante la pujanza local, que acogotaba a su rival por fuerza y fútbol, no le quedó a CT Ingenieros otro remedio que refugiarse en su caparazón. Aunque el plan le salió ganador. Se abonó incondicionalmente a la solidez de su defensa, a su picardía y al infortunio de su rival de cara a puerta, al que se le hizo el marco diminuto. Digamos que le faltó fuerza y le faltó tacto. Carlos González, como todo su equipo, se estrelló una y otra vez contra un muro a pesar de intentarlo de todas las maneras. Tuvo la mejor con un cabezazo a bocajarro y un saque directo, pero tuvo que ver como su rival, tremendamente eficiente, asestaba un golpe mortífero con el 1-2, robando en salida y finalizando con Alberto Molina batiendo al portero dentro del área.

En un arranque torero y repleto de hombría se lanzó de forma kamikaze, en un todo o nada, a por la portería contraria. No le importaba desnudar su espalda, aunque tampoco CT Ingenieros, más centrado en echar el candado que obtener más botín, quisiera aprovecharlo. Con Carlos González insuflando energía a su equipo liderando la acometida final, probó todas las posibles combinaciones que le abrieran la puerta del gol. Pero el orden pudo a la épica y tuvo que claudicar ante su poco acierto, la mala suerte y el extremo acierto defensivo de su rival.