CH-J3 – CT Ingenieros vs IATA

Dos goles del ‘10’ y el último del ‘4’ decidieron para los blanquinegros un duelo tremendamente disputado y decidido por detalles. Mario Castro y Abdel Al Assfar, que tuvo el empate en la última jugada, goleadores celestes.

Un punto necesitaba CT Ingenieros para pasar en el grupo de cabeza y vaya si lo luchó. Se llevó los tres por milésimas. Tal es la igualdad que ninguno se ve ni inferior ni superior al resto. Así fue. El alto voltaje del partido nubló el buen fútbol, pero no las ocasiones, y centró la batalla en conquistar cada pulgada en eso de la guerra psicológica.

Antes, en un tramo inicial de cierto desconcierto, ambos equipos consiguieron picar. Lo hizo Iata después de que Mario Castro confiara en su compañero para acudir al remate después de que Abdel Al Assfar conectara una chilena en semifallo que dejó a su compañero en boca de gol. Daniel Piqueras, con un derechazo en colaboración con el portero rival, que erró en el despeje, empató para CT Ingenieros. Repetía el jugador naranja tres minutos después para voltear el marcador. Descosido por el medio, ambos conseguían deshacer la maraña general con más fuerza que maña. Aunque el pobre retorno de ambos solía abrir caminos hacia el gol. Con más luz que ninguno por su rigor con el balón, Mikel Gómez quebró moldes en conducción sorteando rivales y cedió el empate a Abdel Al Assfar, que solo tuvo que empujarla para mandar el partido en tablas al descanso.

El intermedio definió roles. Iata optaba por replegarse para salir la contra. CT Ingenieros, un tanto más proactivo, trataba de proponer, aunque con cautela por la velocidad de Mikel Gómez y Abdel Al Assfar. La batalla era de ajedrez, pero el partido se decantó por un error de niños. Un atropellamiento involuntario entre dos jugadores de Iata abrió pasillo para que Alberto Molina asistiera al espacio a Julián Antiñolo, que cruzó magistralmente para agarrar una ventaja que ya no se le escaparía a los blanquinegros.

Mostraba síntomas de debilidad Iata defendiendo en estático, pero no claudicó. Tiró un órdago marchándose arriba exprimiendo sus últimas gotas de energía. Pero Mikel Gómez estuvo demasiado desasistido, y Abdel Al Assfar, demasiado fallón. Él dispuso de las más claras. Hasta en tres ocasiones tuvo el tanto del empate. Primero un cabezazo que mandó al travesaño, después no acertó entrando al remate desde segunda línea como un cuchillo y, para colmo de males de su equipo, la unión milagrosa del pie de Mauricio Molina y el larguero evitaron el 3-3 en la última jugada del partido tras una brillante acción individual.